Las artes marciales son disciplinas orientales nobles que, aunque parecen orientadas al a defensa personal, lo cierto es que su componente mental se sitúa por encima del físico, lo que implica que a la hora de la práctica no se busque la mejor disciplina, sino la que más compatible con nuestra forma de ser, y este es el caso del Aikido.

El Aikido es un arte marcial japonés pacifista basado en el combate sin armas de cara a enfrentar a uno o más adversarios, tanto si están armados o no. A diferencia de otras artes marciales, el Aikido se enfoca en la disuasión con el objeto de evitar o neutralizar el enfrentamiento, por lo que se la considera como la más noble de todas.

¿Pero qué es el Aikido y qué significa?

Es un arte marcial que más allá de la defensa personal se centra en transmitir un código ético que pretende evitar cualquier enfrentamiento y la violencia a través del seguimiento del código Bushido —por ello es tan habitual encontrar imágenes de alumnos sosteniendo una espada de madera, como en el Kendo—.

Sus movimientos, aunque son muy estéticos y requieren una destreza y entrenamientos a la altura, son, en esencia, técnicas de inmovilización y proyección, que se basan en atemis —golpes rápidos en puntos vitales del cuerpo— suaves y no percutantes.

Se trata de la evolución del jujutsu utilizado por los samuráis  —guerreros pertenecientes a una clase inferior de la nobleza, y que estaba al servicio de los daimios— cuando combatían desarmados contra oponentes que portaban katanas. Esta técnica se basaba en utilizar la propia fuerza y movimiento del oponente para dañarlo.

En un principio los movimientos estaban restringidos por el uso de armaduras, aunque con la llegada de la era Edo —en especial tras la apertura al exterior con la llegada del M. Perry en 1853—, cayeron en desuso, aumentando la gama de movimientos de jujutsu, que posteriormente se convertirían en Aikido, cuyo significado radica en sus 3 caracteres:

• Ai: armonía, amor;
• Ki: aire, respiración, estado de ánimo, energía;
• Do: camino, vía de realización personal.

Particularidades y características del Aikido

Crece de combates o competiciones: esta disciplina se basa en la evolución de uno mismo. Tampoco existen graduaciones entre sus practicantes antes de alcanzar el cinturón negro. A su vez, hace gala de cierta flexibilidad, por lo que siempre se adapta el entrenamiento a todos los practicantes.

Es un arte marcial complejo en la ejecución, por lo que requiere concentración, paciencia y fortaleza mental., y que forma parte de las técnicas Budo —perteneciente a los samuráis—, pero no está pensado para luchar debido a su fuerte carga filosófica y espiritual.

Apenas existen muy lesiones en Aikido, ya que la mayoría del trabajo se centra en cómo recibir las técnicas oponentes para evitar accidentes a través de la fuerza del movimiento agresor.

Beneficios del Aikido

Físicos

• Aumento de la elasticidad y flexibilidad.
• Corrección de la columna vertebral.
• Control de la respiración y relajación.

Mental

• Respeto por la no violencia.
• Seguimiento del código de honor del Bushido.
• Adquisición de valores: coraje, amabilidad y la modestia.
• Se trata de una forma de vivir.

Origen y evolución del Aikido

El fin de la era Tokugawa trajo un periodo de estabilidad a Japón en el que el rol de los samuráis fue muy distinto al de la guerra. De hecho, con la llegada de la era Meiji el país del sol naciente comenzó un cambio social, económico y artístico que desembocó en la confección de una de las mayores potencias mundiales.

Durante este periodo, el especialista en jujutsu Morihei Ueshiba (1881-1968), conocido como O’ Sensei o “gran maestro” entró en contacto con la religión Omoto-kyo, y dejó las artes marciales para dedicarse solo a cultivar su espiritualidad. Momento en que fundó un Dojo —bajo petición del mismo líder de la religión—, para mostrar a los fieles las ideas pacifistas a través del jujutsu.

Su aceptación fue tal que tanto políticos y hombres de gran influencia en Japón optaron por praticarlo y a medida que transcurrió el tiempo, se popularizó más allá de tierras niponas como un arte marcial de perspectiva pacifista con un enfoque terapéutico poco habitual entre las artes marciales.