El mito de los edulcorantes y la relación entre consumir azúcar y cáncer ya no solo es cosa de adultos; pero tiene remedio
A todos nos gusta endulzar nuestra vida, y es que sabe mejor así. Por desgracia, este dulce hábito erosiona nuestra salud desde que somos pequeños. Consumir azúcar y cáncer está relacionado y no son pocos los estudios que versan sobre ello; pero ahora ya atañe que esto nos puede afectar desde bebés. Con lo que a una exposición más prolongada, mayores posibilidades de padecer enfermedades crónicas como la diabetes tipo II o cáncer.
Esto se ha convertido en un círculo vicioso. Todo, por culpa del azúcar libre. Ese que se añade artificialmente, incluso en forma de edulcorante añadido, a la comida. Lo peor es que a menor edad comienza su ingesta, mayores son los efectos nocivos en la adultez. Es por ello que la OMS ha advertido del exceso de azúcar hasta en los alimentos para recién nacidos.
Es por ello que encontramos varios puntos importantes a la hora de atajar este problema:
- Qué fundamenta el uso del azúcar;
- a qué nos expone;
- bajo qué nombres lo encontramos y cómo lo detectamos;
- cómo favorece el cáncer;
- qué debemos ingerir y qué dieta seguir;
- cuáles son los alimentos que favorecen la aparición del cáncer;
- qué cantidad es el máximo consumo recomendado de azúcar;
- y cuáles son los efectos de la abstinencia de azúcar y los beneficios.
En primer lugar, aunque la OMS ya había hecho saltar las alarmas hace relativamente poco tiempo acerca del peligro del consumo de azúcar en adultos, también se ha afanado en concienciarnos sobre los cambios metabólicos que propiciaba, como el desarrollo y crecimiento de la obesidad hasta en la población infantil y de Diabetes Tipo II. Todos ellos, factores de riesgo de padecer cáncer a cambio de calorías vacías.
Si bien, es posible eludir a este ‘asesino blanco’; pero es complicado. Desde que a mediados del siglo pasado unos estudios, ahora desmentidos, culparan a la grasa de que la población engordara, el azúcar tomo su lugar tanto para la conservación como para darle sabor a los alimentos. Especialmente a los productos procesados y envasados; pero sobre todo en aquellos que rezan “sin azúcar”.
Este se encuentra bajo diversos nombres: azúcar, azúcares naturales, azúcares añadidos, glucosa o fructosa. Asimismo, en los etiquetados se encuentra como ‘jarabes’, ‘siropes’, sacarosa, trehalosa, panela, néctar de ágave, miel, melaza, lactosa, maltosa, jugo o zumo de fruta; galactosa, dextrina o dextranos; almidón, concentrado de frutas, caramelo y cebada de malta.
Y es que las células cancerosas se benefician del exceso de azúcar en sangre, aunque no es su único alimento. Investigadores españoles han detectado que las células tumorales se alimentan de la Vitamina C, por lo que reproducen aún más rápido que las células normales. Lo que implica que hay que tener mucho ojo con los zumos naturales, pues carecen de la fibra natural de la fruta que ayuda a procesar el azúcar.
Todos ellos son tipos de azúcar que podemos encontrar en la verdura, en el alcohol o en la fruta. ¿Es malo comer fruta y verdura? En exceso, sí, como todo.
Lo ideal es que la alimentación sea equilibrada y se siga una dieta saludable, y no dejarnos engañar por etiquetas ambiguas. Es por ello que lo recomendable es no superar el 5% de ingesta de azúcar libre respecto a las calorías diarias.
Qué alimentos podemos (o no) ingerir para que no aumente el riesgo de cáncer
Por supuesto, existen alimentos que ayudan a prevenir algunos tipos de cáncer como frutas y verduras, cereales integrales, tubérculos, legumbres y lácteos. Gracias a ellos podemos tratar de prevenir desde el cáncer de mama, ovario o de esófago, hasta de boca.
De cara a evitar los alimentos con azúcar que causen cáncer, debemos evitar una gran retahíla de productos: refrescos, alcohol, salsas comerciales, miel, zumos y batidos; cereales azucarados y bollerías; comidas procesadas y precocinadas; yogures de sabores, cacaos solubles, endulzantes y otros azúcares libres, así como alimentos infantiles.
Estos alimentos, debido a su alto contenido en azúcar, nos incitan a comer. Esa sensación de hambre es el ‘mono’ de la adicción que provoca el azúcar. Por ello debemos cuestionarnos bien la razón de ese apetito repentino.
Ahora bien, ¿cuál es el consumo diario recomendando de azúcar libre y por qué cumplirlo a rajatabla?
Recientes estudios aconsejan consumir la mitad de azúcar diario que lo estipulado por la OMS: cinco cucharadas al día para un adulto, tres para niños, y ninguna por parte de los bebés.
Ya que no podemos evitar el azúcar natural que radica en las frutas y verduras, debemos tener cuidado con lo que consumimos. Para ello debemos estar muy atentos al etiquetado y cambiar nuestros hábitos. Y es que con solo una lata de refresco ya cubrimos la recomendación de la OMS.
El azúcar, al igual que otros alimentos ácidos se descomponen dentro de nuestro cuerpo y aumentan el riesgo de cáncer al cambiarnos el Ph. Es por ello, además de la predisposición genética, la alimentación es un factor fundamental en la prevención y para el tratamiento del cáncer.
De esta manera, debemos enfocar nuestra alimentación principalmente en productos alcalinos. La dieta keto o cetogénica es una opción adecuada para ello. Además, gracias a esta, haremos que nuestro cuerpo deje de usar el azúcar como energía y se enfoque en la grasa.
Esto supone una energía sostenida en el tiempo, con picos menos abruptos y evitar la continua sensación de hambre. Lo peor de este cambio son los primeros días, en los que el cuerpo sufre las consecuencias de la abstinencia de uno de los productos más adictivos del mundo, el azúcar.
¿Cuáles son las síntomas de la abstinencia y los cambios en el cuerpo al dejar de tomar azúcar?
Principalmente nuestro apetito aumentará, aunque nuestro cuerpo realmente reclama azúcar. Hacer ejercicio o beber agua ayudan a mitigar esta sensación. También pueden manifestarse dolores de cabeza o náuseas, y hasta falta de energía puntual.
Los beneficios de dejar el azúcar son el descenso de la presión arterial, mejora del colesterol, mejora de la memoria y los procesos cognitivos, menos enfermedades y una piel más sana.
Es por ello que lo recomendable es seguir unos hábitos de vida saludables, hacer ejercicio físico para controlar las calorías en nuestro cuerpo y vigilar el nivel de azúcar, así como descansar bien y sobre todo, seguir una dieta equilibrada. Gracias a ello, nuestra salud mejorará, y con ella nuestra capacidad de concentración, la calidad del sueño, nuestra energía diaria y el humor.
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