¿A quién no le pone nervioso (y nerviosa) ese momento en el que tienes que hablar en público ante una audiencia más o menos grande un tema previamente preparado, por ejemplo en una formación, al presentar tu trabajo de final de grado o al explicar los resultados de tu tesis doctoral?
Ante situaciones de este tipo, no sentir absolutamente nada es prácticamente imposible y es que cierto nivel de ansiedad, un cosquilleo en la tripa y algún que otro nivel de activación es inevitable, y muchas veces facilitador y beneficioso, ya que nos remueve, nos activa, nos alerta, nos recuerda que estamos vivos y que lo que va a ocurrir es importante para nosotros.
Ahora bien, cuando ese grado de activación se convierte en miedo, te bloquea, te paraliza y te incapacita haciendo imposible que la exposición salga adelante, la cosa ya es muy diferente y deberíamos trabajarlo para aprender a manejar la situación, controlarla y que no se vuelva en nuestra contra.
Para ello, aquí te voy a dar 6 pautas que llevadas a la práctica rebajarán esa ansiedad y harán que mantengas la calma, perdiendo así el miedo a hablar en público.
Ensaya con antelación
Lo primero y para mí lo más importante y fundamental cuando tenemos que hablar en público es haber ensayado previamente, ¿cuántas veces?, ¿durante cuánto tiempo?
Esto ya dependerá de cada uno de vosotros, de tu tiempo, de tus ganas, de tu agenda, de tu motivación… Lo que sí sabemos y es una verdad absoluta es que cuánto más ensayes, más segura (y seguro) te sentirás con el texto, con la situación, con tu lenguaje corporal, con el espacio y que (aunque después no salga exactamente igual que en los ensayos) gracias a esta práctica previa irás adquiriendo ciertas herramientas, habilidades, seguridad y además aprenderás a mantener la calma y la serenidad en el momento clave.
Haz un listado con anterioridad de los posibles fallos, errores e imprevistos que puedan ocurrir durante la exposición y sus posibles soluciones
Para no bloquearnos ante lo que pueda pasar, es bueno ser previsores, adelantarnos a ello y saber qué hacer ante posibles momentos incómodos (eso sí, recuerda que tenerlos en cuenta y haberlos pensado con anterioridad no significa que vayan a ocurrir ni mucho menos), pero sí ayudará en caso de que alguno de ellos finalmente sí se dé. Mira estos ejemplos:
- Tener preparados y bien cerquita una botella de agua, pañuelitos de bolsillo y algún que otro caramelo de menta para la garganta ante un posible ataque de tos y estornudos espontáneos.
- Tener pensado algo muy triste y que nos haga sentir mal, ante un posible y repentino ataque de risa incontrolable.
- Llevar un resumen impreso y en papel del contenido por si hubiera algún fallo o problema con el PowerPoint y las diapositivas dejasen de funcionar.
- Tener preparado un micrófono auxiliar por si el audio del micrófono principal dejase de funcionar.
- Ir al baño justo al inicio de la exposición o en el descanso si lo hubiera, para tener controlado el esfínter.
- Tener a mano el mando del aire acondicionado por si necesitamos subir o bajar la temperatura ante un posible ataque de calor o ante la sensación de frío exagerado.
- Recordar al público silenciar o apagar los móviles para que no nos interrumpan después.
Sé sincera, natural y honesta al trasmitir tu mensaje
Uno de los miedos habituales cuando nos toca hablar en público es pensar que no vamos a enganchar con la audiencia o que el tema no les va a interesar y de esta forma no atraparás la atención de nadie.
Para que esto no ocurra es muy importante trasmitir el contenido de una manera natural y con toda la sinceridad del mundo. Lo sobreactuado, impuesto, rígido y poco natural no gusta nada.
Y es que cuando un emisor se muestra ante nuestros ojos auténtico y cercano, empatizamos con él y nos engancha.
Convierte los imprevistos en oportunidades
Por muchas veces que hayamos ensayado, practicado, imaginado y visualizado el momento de la exposición, siempre es posible que ocurra un imprevisto a veces ni siquiera imaginado. ¿Qué hacer ante esto? Intentar darle la vuelta y utilizarlo para nuestro propio beneficio, esto es, convertirlo en una oportunidad, emplear el imprevisto para atraer la atención de la audiencia.
Aquí el uso de la ironía y del sentido del humor es un gran aliado, te pongo un ejemplo: imagínate que estás en mitad de una exposición y de repente a una persona le suena el móvil y tarda un montón en apagarlo y toda la atención del público se dirige hacia él y hacia su móvil. En este caso el imprevisto lo podemos acoplar a nosotros, hacerlo propio y en vez de hacer caso omiso y omitirlo, lo ideal es hacer una broma con ello para restarle importancia y acogerlo de manera natural.
Vuelve el “aquí” y el “ahora” y aleja el ruido mental excesivo
Cuando estamos en el momento de la exposición y no somos capaces de centrarnos en la audiencia, ni en nosotros, ni en lo ensayado y a nuestra cabeza empiezan a llegar pensamientos intrusivos que no te dejan avanzar y centrarte, entonces es el momento de hacer una parada para reconducir la situación. Esto es, no estás en el presente. Hay que volver. ¿Cómo? Pon esto en práctica:
- Toma conciencia de tu cuerpo, siéntelo. Intenta percibir las partes de tu cuerpo: ¿notas los brazos tensos?, ¿sientes el cuello rígido?, ¿tienes los brazos cruzados? …
- A continuación, toma conciencia del lugar en el que estás. ¿Estoy en el escenario?, ¿me mantengo de pie?, ¿ya estoy sentado?
- Al final junta todo lo anterior para volver al momento presente. Así estarás concentrado en el presente, dirigiendo cuerpo y mente hacia lo único que importa en ese momento que es hacer el mejor discurso posible.
Practica ejercicios de respiración y de relajación antes de hablar en público
Para calentar las cuerdas vocales y relajar la postura corporal es muy útil poder practica unos minutos antes de la exposición alguna técnica de relajación y de respiración. Toma una o dos respiraciones lentas y profundas antes de situarte en el lugar de exposición y otras durante todo el discurso, verás cómo sí que funciona.
Ahora toca que lo lleves a la práctica y recuerda que lo más importante de cara a mantener la calma a la hora de hablar en público es que confíes en ti mismo. ¡Si quieres, puedes!
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