Suena el despertador, apenas hay un haz de luz que se cuela por la habitación y las ganas de retozar en la cama son casi irremediables si no es por ese café de buena mañana. Cada uno tiene su preferido, el café de cápsulas, el café soluble o el café liofilizado; pero todos tienen en común ser ese primer impulso del día.
Es cierto que hay una manera de tomar café por cada persona de este mundo —o casi—; pero cada una tiene sus particularidades y difieren de ser lo mismo, aunque lo parezcan. No en vano, su popularidad ha aumentado drásticamente en España y en países de América Latina como Colombia.
Si bien, preparar café en la cafetera a la vieja usanza casi parece una actividad cada vez menos frecuente —no en vano el espresso ha ganado adeptos de todo tipo, desde gourmets hasta en los menos cafeteros— en detrimento de otras fórmulas más rápidas.
Mientras el café en cápsulas presenta una preparación similar al café de filtro habitual, pero en apenas 30 segundos gracias a un proceso automático que aplica una presión específica —a partir de 9 bares— y una temperatura cercana a los 90º Celsius, el soluble y liofilizado se disuelven en agua o leche caliente en unos pocos segundos.
Por supuesto, tanto el aroma, el cuerpo, la acidez y el sabor varían, y no solo por tueste o combinación de granos, sino que su preparación —por filtrado o soluble— y su proceso de comercialización marcan su textura, sabor y olor final de nuestra taza de café.
¿Es necesario comprar una cafetera de cápsulas para disfrutar del mejor café?
No. Y no tiene que ser tu café predilecto. De hecho, el café en cápsulas no es un buen aliado del medioambiente y su conservación encuentra más parecido en el café soluble que en el liofilizado, perdiendo ese toque recién molido del grano de café
Diferencia entre el café soluble y el café liofilizado
Su diferencia principal a la hora de saborearlo radica principalmente es el sabor y el aroma, que es más intenso y apegado al café recién molido.
Este, además, permite usarse a la hora de preparar un café expreso, un cappuccino o cualquier otra variedad de café.
Por supuesto, otra distinción palpable es su forma: el café soluble se comercializa molido —como si fuera en polvo, pero con granos gruesos—. Mientras tanto, el café soluble liofilizado se presenta en forma de gránulo o pequeñas piedrecitas, fruto de su diferente proceso de producción que implica un congelado a bajas temperaturas.
Además, el café liofilizado permite obtener hasta el triple de café de lo que se llega a producir habitualmente para otras variantes —manteniendo un 2% de cafeína—, como el soluble o el de cápsulas.
De hecho, 1 kilo de café verde, tostado y molido puede transformarse hasta en 390 tazas de café, por un máximo de 120 tazas que se alcanzan mediante otro método de producción.
¿Qué es la liofilización del café o el café liofilizado?
La liofilización es un proceso de deshidratación con el que se consigue congelar el extracto de café al tiempo que el agua pasa directamente a un estado gaseoso sin licuarse —sublimación—, por lo que el café apenas ve mermadas sus propiedades.
Proceso para obtener café liofilizado
Los granos de café que van a ser sometidos a la liofilización pasan previamente por un proceso de tueste y molienda, al igual que el café tradicional. Tras ello, se procede al proceso de extracción y de clarificación, que es el momento en que se extraen los componentes no solubles.
Y es ahora cuando se produce la principal divergencia en el proceso: el café obtenido es congelado a temperaturas de hasta -50° Celsius para que se produzca la granulación, que concluye con el proceso de sublimación y empaquetado al vacío.
Ventajas y beneficios del café liofilizado
- Presenta una permanencia de aroma y sabor más duradera.
- Es muy poroso; lo que lo convierte en el ideal para usarlo en la cocina.
- Se puede utilizar tanto en agua caliente como en agua fría.
Nuestra Guía
Encuentra a los mejores profesionales de la salud, nutrición, fitness o bienestar. Busca empresas que cuiden tu cuerpo, tu mente o tu mundo.